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Apuntes para un domingo sombrío

Apuntes para un domingo sombrío

Rafael Rodríguez reúne una serie de “retratos” marcados por una aparente melancolía y una forzada sonrisa. Los personajes de esta hipotética confluencia de retratos de familia, quedan reducidos a la condición de esbozos, donde el rostro es “forzado” a la representación de la felicidad mediante una sonrisa falsa.

Esta muestra surge a partir de una serie de anécdotas alrededor de la canción húngara del suicidio: “Szomorú vasárnap” (Domingo triste). Sus versos, traducido a unos cien idiomas, han sido interpretados por cantantes como Billie Holiday, Ray Charles, Serge Gainsbourg y Bjork.

“Domingo triste” es llamada “la canción del suicidio”, porque tras su composición en 1933 muchos fueron los que se suicidaron escuchándola. Durante mucho tiempo fue una canción “maldita”, prohibida en Hungría. El autor de la música fue el húngaro Rezső Seress (1889-1968), un judío nacido Spitzer; el autor de la letra, motivada, según la leyenda, por su amor hacia una mujer casada, fue László Jávor. Esta es la traducción de un fragmento:

Triste domingo, con cien flores blancas / Y ornado el altar de mi loca ilusión / Donde mi alma se ha ido a postrar / Mientras mi boca llamándote está / Muere en mi sueños ocasos de hastío / Cansados de espera y de soledad

¡Triste domingo! (…)

Rafael Rodríguez  parece retomar las notas de este relato, afincándose en su significado existencialista. Su pintura, de una fuerte carga atmosférica, parece sumir a sus personajes en una hipnótica entrega a la melancolía. El artista ha emprendido hace largo tiempo la tarea de que sus imágenes contengan una fuerte presencia del pasado, parecen recuerdos recuperados, acontecimientos evocados, personajes conjeturados, parece cultivar imágenes que neutralizan el olvido.

Manuel Velázquez

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